miércoles, 10 de diciembre de 2014

ESTOY BALITA...




Muy malita, y odio estar malita. La fiebre me duele, el pelo también, no dejo de gotear y la cabeza es como una olla a presión desde hace cinco días. 




Antes me encantaba estar unos días malita. Cuando era hija, claro. Que me quedaba en la cama a vivir como una reina y mi madre me subía hasta el Ragazza. También cuando era medio-ennominada-, y alguien de la redacción se encargaba de los marrones que dejabas a medias.

Pero de free-lance y de madre de criaturitas... ponerse mala es lo peor. Hay que hacer lo mismo, pero con 39 de fiebre. Deberes con niña, gritos al niño con la poca voz que tienes y las anginas como pelotas de tenis, entregas, entrevistas telefónicas en inglés, contestar mails...
De lo único que me "libro" -y porque el médico no me deja salir de casa- es de las presentaciones.
Por lo general, siempre te pones mala en el peor momento. En pleno Especial de Navidad, de cierre, con exámenes finales o en la semana de festejos y folklore del colegio. Pero claro, bajan las defensas y ¡ahí te pillo! Muchos no se creen lo mala que estoy porque -aunque gangosa y llorosa- no descuido la imagen personal.
Mi teoría de que si te pillan con el pelo rizado las cosas (regla, migraña...) te duelen más, la extiendo a gripes y catarros y junto con mi arsenal médico, siempre preparo en la mesilla de noche un kit de belleza de emergencia para fiebres.

El médico es bastante básico. Como soy alérgica a casi todo (incluida aspirina, antiinflamatorios y el 90% de los antibióticos) se reduce a la nebulicina para poder respirar. No puedo vivir sin ella: lo primero que hice con mi primer sueldo fue comprarme siete frascos, que en casa me la racionaban; paracetamol de 1 gramo y Flumil Forte para ablandar las toses. 

El kit de belleza me acompaña desde que descubrí que si te miras al espejo y no tienes cara de enferma te curas antes, es algo más extenso. Sus figurantes principales han variado poco en los últimos años, aunque hay alguna incorporación novedosa.

1. El Bálsamo Reparación Inmediata Nariz y Labios de Neutrogena. Si os pasa como a mí, que en la vida -ni en los semáforos- se me ocurre comprar kleenex, y termináis recurriendo al papel de cocina, servilletas y demás genéricos es vital. Sobre todo, para no hacer costra encima del labio y ver las estrellas cada vez que hay que sonarse.

2. La BB Cream NudeTan de Dior. Desde hace dos años es mi favorita. Me quita al momento el tono mortecino y no hace raya con el cuello. 

3. El champú seco Fructis de Garnier. Benditos sean él y todos sus compañeros. Porque una a veces no está para andar con el pelo mojado y en mi cuarto de baño aún no hay calefacción. Inciso: en circunstancias normales, me lavo el pelo día sí día no.

4. El colorete Orgasm de Nars. Un toque en las mejillas y como si viniera de correr en libertad.

5. La plancha alisadora GHD. Después de resistirme durante años pensando que era igual que todas pero mucho más cara, el estado de mis puntas me ha terminado de convencer. ¿Rizo amenazante?, ahí va ella, para demostrar quien manda.

6. Color Elixir (tono signature scarlet) de Maybelline. Yo es que con los labios pintados de rojo soy capaz de todo. Hasta de subirme a colgar adornos de Navidad mientras fibrilo. Y este además dura, nutre y brilla que parece un bálsamo.

7. Y aunque no sea su función propiamente dicha. Me he enganchado en este encierro a los cubitos Eye Express Radiance Ice Cube de Elixir de Anne Semonin. Se meten en la nevera y deshinchan los ojos y hasta me da la sensación de que bajan la fiebre. A la venta en www.ikonsgallery.com. No hay ni que salir de casa para conseguirlos, 


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