martes, 10 de diciembre de 2013

EXTENSIONES, UNA ADICCIÓN COMO OTRA CUALQUIERA (2º PARTE)


Nos habíamos quedado en el traumático momento de la retirada de las extensiones de queratina en el tocador. Los saludables y kiloméricos mechones del "cabello invitado" por un lado y mi deslucido cráneo por otro. Cuando los barrieron y fueron a parar a la basura -cual fosa común-, eché la lagrimita. Bueno no, fueron sollozos compulsivos. 

El experimento había terminado, y mientras intentaba acostumbrarme a mi pelo de toda la vida, que me parecía mil veces más finústico y pobre que nunca, todos me consolaban. "Que es psicológico, pesada"... pero yo, como una yonqui de la fibra capilar. Tirando de gorros, dando infinitas vueltas a la goma de pelo para cogerme una coleta y despertándome a media noche sobresaltada para correr al espejo y constatar que no era una pesadilla. 
Conste que me ofrecieron "repetir", pero por desgracia, ya sabía que las extensiones de queratina no eran compatibles conmigo. Por más de una razón.

Te las puedes permitir si: A. Cuentas con un presupuesto ilimitado para coqueterías varias y puedes desembolsar una media de 500 euros cada dos o tres meses sin que te tiemble nada. B. Tienes un pelo de base fuerte. Hay que puntualizar -y aquí me pongo seria-, que el peso extra añadido termina por traccionar y algunas de las extensiones caen junto con el propio cabello. C. Tienes un botiquín bien surtido de antidepresivos o ansiolíticos para el momento post. 




Y cuando me estaba quitando y malamente me iba haciendo a la MacMartac de toda la vida... me enseñan las extensiones autoadhesivas. Algo más baratas, reutilizables (no terminan en la fosa común y te las puedes volver a colocar hasta cinco veces) y con un sistema de "pegado" que no comprometía tanto la seguridad de los cabellos más frágiles. Las ponían en Rizos y allá que fui, sabiendo que contando con los ahorros, no iba a poder pagarme más que un paquete... 200 euros el paquete de 20 mechones y 200 más la mano de obra, más mechas, peinar... 500 de golpe. Que si los hubiera tenido en un billete, hubiera parecido menos...

Pero merecía la pena. No era el melenón de la primera vez, pero sí una melena digna y en condiciones y extra larga, que en invierno, con gorro de lana queda de lo más juvenil. 

Cada dos meses hay que retirarlas y subirlas para que los demás no noten nada, y volver a desembolsar 200 euros, claro, y según se acercaba la fecha límite... Noches en vela maquinando. "¿Y si por mi cumple en vez de libros y ropa pido pelo, y pongo una especie de lista de 40 Aniversario en Rizos?", "¿y si no alquilo el apartamento de la playa este año, que me está apeteciendo el agosto madrileño? me da para 16 meses". Y sí, y sí... y de repente, tuve una revelación, cogí la calculadora, y descubrí que ¡gastaba una media de 220 euros al mes en tabaco! si lo dejaba, me daba para los retoques bimestrales y hasta para apuntarme a un gimnasio.

Y ese fue el verdadero motivo de dejar de fumar. Para pagarme las extensiones. Siempre lo he dicho, que un vicio quita otro vicio.  A las dos semanas, dejé de fumar definitivamente, a los seis meses me densenganché para siempre de las extensiones y dejé que mi querido David Lorente me cortara una midi... y ya solo me queda una ligera adicción al gym.

No salió tan mal la cosa ¿verdad? 




No hay comentarios:

Publicar un comentario