lunes, 1 de septiembre de 2014

ESTAR "SIN"


Estar "sin" de estar sin niños. O sin criaturitas en mi caso. Este verano, más del 50% del tiempo he podido ejercer como Dios manda -y sin culpabilidades- de Sra. Rodriguez.

De mis vacaciones casi ni me acuerdo (raras, faseadas, casi con más horas de coche que de tumbona...) pero lo que no se me olvida son los días que he estado "sin". 

Quince días en julio y otros quince en agosto. Nada menos. Esta vez, ataduras profesionales obligaban. Y oye, para no poder atenderles como es debido, y tenerles encerrados en un piso... pues a la playa, que estarán más fresquitos y estupendamente cuidados por sus abuelos o por mi querida Viví. 
¿Que si les he echado de menos? Pues a veces.  
Otras, la verdad, no recordaba que tenía descendencia hasta que a las 10 de la noche me llamaba mi madre para preguntar por qué no había llamado aún para preguntar por los niños
Entonces sí. Me entraba esa culpa materno-filial y vagaba un rato por sus ordenadísimos dormitorios, oliendo sus almohadas y sus pijamitas e intentando que me saliera el punto romántico...
Me costaba... 
Yo es que soy muy de meterme en el papel. Y si se está de Rodríguez, se está de Rodríguez. 
Y es un papel que la verdad, me gusta mucho.
Por muchas cosas. Solo de las "confesables", me salen catorce. 

. Por el silencio. 30 días sin que mi casa tuviera el hilo musical incorporado de los CDs de Violetta o los acordes del bajo de Criaturita 1. 

. Porque me he vuelto a reencontrar con mi televisor -hasta ahora ocupado por el Call of Duty y el Mindcraft-. Diez minutos me costó recordar cómo se encendía, cuál era su mando y esas cosas. 

. Por el orden. La casa parecía el doble de grande sin la colchoneta de abdominales de Criaturita 1 en el salón y la cuidad de las Monsters de Criaturita 2 desperdigada por el cuarto de estar y parte del pasillo.

. Por la intimidad del baño. Me he podido duchar sin tener a la vez a un niño sentado en el W.C y a otra haciéndose peinados mientras frente al espejo. Sí. solo hay uno y la norma es que no se pone el cerrojo por si hay emergencia.

. Por los quince libros que me he leído. Del tirón y sin interrupciones. En casa, y en la piscina (confieso que me ha dado tiempo para el ocio) sin tener que atender cada 3 minutos a un "¡mamá, mira lo que hago!".

. Por las cañas de las 8 de la tarde sin hora de vuelta. Así de repente... que te llamaba alguien y quedabas. Y he trabajado muuuucho, que conste. Pero tan concentrada en mi cocina-oficina sin interrupciones, que a las 13 de la mañana -salvo cierres fatales- ya había conseguido tachar todos los "asuntos pendientes" del día. 

. Por ir al cine de forma improvisada a las 10 de la noche. Para arranques de chulería los míos. 

. Por los amigos a los que he podido volver a mimar. Me propuse empezar en la agenda del movil por la A y terminar en la Y (mi amiga Ye) y he cumplido. O llamadas interminables o cervezas por la tarde. 

. Porque lo único que tenía que hacer por la mañana para que la casa estuviera en perfecto orden de revista era estirar un poco el edredón y fregar la taza de café. Y porque al volver a casa todo seguía igual. 

. Por los fines de semana. Míos, solo para adultos. Sin visitas a Aquapark, ni a musicales, ni a pistas de basket... 

. Por poder volver a las 4 de la madrugada (alguna noche ha habido...) sabiendo que nadie te va a despertar a las 8 con una urgencia del tipo "mamá, corre ven, que están poniendo el anuncio de la casa de Barbie que quiero pedir el año que viene por mi cumple". 

. Por lo mona que he estado. ¿Que se me descascarillaba el esmalte de una uña? me bajaba a la manicura. ¿Que no me apetecía lavarme la cabeza? a la pelu de abajo, que se me caían las extensiones de pestañas? directa al Twentynails. 

. Por poder hacer Pilates a última hora. No es lo mismo. Vuelves a casa, que hasta puedes dormirte sin pastilla. 

. Por la séptima temporada de Mad Men, la cuarta de Juego de Tronos y la primera de Vikingos, que he podido asimilar de un tirón sin quedarme dormida a mitad de capítulo. Es lo que tiene empezar a las 9 de la noche, mientras cenas un yogur, o cualquier cosa que no implique manchar un plato.

Tic tac. Quedan cuatro horas para recibir a criaturitas y muero de ganas y de amor. Estoy hasta nerviosa, pensando qué ponerme y todo. 

Pero al mismo tiempo, hago una llamada de auxilio a mis queridas/os editores para que el año que viene también me pongan "deberes de verano". 

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