Vaya por delante que tengo 1/4 de asturiana y 3 de madrileña y que desde que he nacido jamás he faltado a mi cita veraniega con el Cantábrico.
Es cruzar el túnel del Negrón y echar la lagrimita -y no porque de repente se haga invierno a 4 de agosto-. Por pura emoción, porque si tengo que ser de algún lugar en el mundo es de esa Casona blanca y guinda del año 1916 que construyó mi bisabuelo.
Empecé a flirtear con el Mediterráneo hace cuatro años. Y lo hice por las criaturitas. Me explico.
La Casona está en tierra de nadie. En el monte. Con vistas al mar, sí. Ideal. Pero sin vecinos en 2 kilómetros a la redonda -a excepción de dos cementerios- y con el pueblo más cercano a media hora andando.
Y claro, no tardó en llegar la fase: "mamá, me aburro". Y mis horas de huerta haciendo de portero y dejándome meter goles me terminaron pasando factura. Física y anímica.
Cuando hace bueno y hay día de playa, genial. Criaturitas y yo cogíamos el paipo -así se llama en el norte a la tabla blanda de coger olas- y tres horas dentro del agua.
Pero cuando llovía, y la cartelera de los cines del centro comercial la Trasona de Avilés ya no daba más de sí, y las Barbies tampoco daban para más escenificación... llegaba el dramón.
Conste que siempre intento "secuestrar" algún amiguito/a que haga función de acompañante, pero no es tan fácil como parece. En agosto, y en vacaciones, las familias quieren estar unidas y tal.
El verano del 2010 decidí probar otra cosa. Hice el casting. Un proceso de selección de amigos o conocidos con hijos de las mismas edades y lugar de veraneo "pasable" para alquilar una casa durante unos días.
Ganó la familia Borrás -mis queridos Borrás-. Por afinidad de niños y edades y porque iban a Benicassim. Tres horas de tren directo -por aquel entonces aún no me atrevía a conducir por la A3- y la promesa de Marisa de que no tenía nada que ver con los otros Benis ni nada parecido.
Y allá que fui, con unas maletas de las que no llegué a utilizar ni el 5% de su contenido- y una pereza que se me pasó en cuanto me instalé, salimos a la terraza -a 20 metros de la playa- y unos niños de nuestra piscina empezaron a llamar a Criaturitas para que bajaran a jugar con ellos.
Ya esa noche, tuve que arrastrarles de vuelta a las 12 de la noche porque me quería dormir.
Y sin rebequita, ni deportivas cerradas que bajaron. ¡En bañador y chanclas! y no se pusieron malos.
Continuará...
Está claro Marta por favor!! La Tierrina siempre!! Para mi no hay ni punto de comparación entre cómo se vive en Asturias y en el resto de sitios (a excepciones quizá de Vitoria, Logroño, Granada y poco más). El Mediterráneo ta muy bien pa los anuncios de Estrella Damm... Pero el Cantábrico es necesario para ser feliz. Buenos días, y a por el finde :)
ResponderEliminarYo soy de Atlántico y ahora estoy enamorándome del Mediterráneo. Lo más bonito es descubrir nuevos lugares, siempre hay tiempo de volver a lo conocido.
ResponderEliminarYo el norte muy bonito para mirarlo pero ya sabes q de cabeza a mi amado Mojácar y "intensa actividad" paea toda la familia.
ResponderEliminarYo el norte muy bonito para mirarlo pero ya sabes q de cabeza a mi amado Mojácar e "intensa actividad" para toda la familia en Pueblo a Indalo y sus fantásticos animadores y los mojitos de Maui beach
ResponderEliminarY por supuesto, en MAUI BEACH, uno de los fantásticos masajes de Merche
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