martes, 6 de octubre de 2015

ESTE ES MI QUESO

Los que me conocen -aunque sea de vista- saben que mis tres comidas preferidas son la BigKing, la cebolla caramelizada -para disfrazar soserías- y el queso de cabra. Cuatro años que me pasé cenando ensalada de queso de cabra noche sí y noche no. Que era quedarme sin existencias en la nevera y casi como quedarme sin tabaco...





Y no soy yo muy de lácteos. No me tomo un yogur ni un vaso de leche sola desde los tres años(mes arriba mes abajo, que me lo acaba de confirmar mi madre). El queso de cabra me lo descubrió mi amiga Merceditas una tarde que paseábamos con nuestras respectivas criaturitas por la Dehesa de la Villa. A la vuelta, en vez de coger el 3, hicimos una parada en el Mercadona de Lope de Haro y casi me obligó a meter en la cesta una plancha de esas con dos rodajas grandes de queso mientras me decía que lo metiera en el microondas unos segundos y que lo mezclara con rúcula, canónigos, cherrys...

Corría el año 2009 y como veis, recuerdo ese encuentro casi como el primer beso. Y es que me cambió la vida. Me empezaron a gustar las ensaladas, el tomate en rodajas, y el mundo verde adquirió una nueva dimensión.. Bajé a la talla 38 y dejé de pensar "¿qué coño ceno hoy?".

El idilio nocturno perseveró a golpe de escapadas a Mercadona -solo aquel me gustaba, aunque intenté conformarme con el del súper de abajo-.
Por desgracia, pertenezco a un código postal que está en tierra de nadie en lo que a servicio a domicilio de refiere. Y aunque sé que mi amiga Susana no parará hasta que nos abran uno en el barrio -creo que cada vez que queda un localón en venta o alquiler  manda la "razón" a los responsables de nuevas aperturas por si cae la breva-, es una putada.

Lo único que entorpeció la relación digestiva fue una analítica que me alertaba de un colesterol altísimo. La bronca de la doctora al enterarse de que me metía cuatro rodajas de 250 g de queso por semana -y eso que calculé por lo bajo- fue contundente y decidí que tenía que parar.

Paré, sustituí y me alimenté. Pero me faltaba algo hasta hace cosa de dos semanas, cuando he podido regresar a mis cenas habituales.

Los responsables de que pueda volver a comer queso de cabra sin remordimientos -que encima en bajo en calorías- son un grupo de ingenieros agrónomos que trabajan para Lodyn S.L.
Como mi doctora me diga algo le llevo el envase, que lleva impreso con letras bien grandes el logo de la Fundación Española del Corazón.
Además, le diré que es el primer queso puro de queso de cabra con Omega 3 producido de forma natural por el animal, que tiene un perfil de ácidos grasos saludable, que lo pueden tomar hasta los que están a dieta y que el Hospital de la Paz ha realizado un ensayo clínico nutricional que ha demostrado que es bueno para el colesterol y cardiosaludable.
Hasta el CSIC ha estado metido en el proceso, corroborando las patentes que el grupo Lodyn ha creado para crear un suplemento que, mezclado con el pienso, permite la obtención de un tipo de leche que contiene un 20% menos de ácidos grasos saturados y 100 veces más de Omega3.
Me podría defender con muchos más datos, pero prefiero que mire en www.lodynmilk.net y se lo empiece a recetar a sus pacientes antes de prohibirles el queso.

Al final, sí que voy a tener mi punto eco...




2 comentarios:

  1. Madre mia, estoy deseando probarlos. Es que en casa somos muy muy de quesos.

    Por cierto aprovecho el momento, ya es una realidad, en breve tenemos Mercadona en el barrio

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  2. Yo también me apunto a probarlo!. Me encanta el quedo de cabra y si Marta dice que está vtan bueno y que ademas tiene tanto omega3... mañana mismo a probarlo!!!!

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