miércoles, 30 de octubre de 2013

GEMIR O NO GEMIR...


Otra cosa no tendré, pero experiencia e instinto para saber cuándo me están dando un masaje de matrícula, tengo. Son muuuchos años tumbada sobre las mejores camillas del mundo...

Sí. Es de lo mejor de este trabajo. Esas tardes o mañanas "robadas" al teclado durante las cuales alguien nos regala la oportunidad de "mudarnos" a algún spa o centro de belleza en modo "masaje non-stop.
Y si el plan surge en medio de un viaje... cuando SÍ puedes dejar la mente en blanco (tus problemas cotidianos y la familia están lejos) la experiencia ya es el no va más.

Tenía yo ganas de conocer, en plan asignatura pendiente, Tailanda, Bali y demás paraísos orientales pero creo que ya la tengo convalidada, y CUM LAUDE. ¿Que cómo ha sido eso? En Bilbao (menudos son ellos) y en el Oriental Spa, un viaje al centro de los sentidos.
Porque mucho "thai" y mucho "japan experiencie" a la hora de bautizar centros de belleza y titular rituales, pero no ha sido hasta ahora que no he comprendido la magnitud real del modus operandi autóctono a la hora de relajar cuerpo y mente. 







Y es que hay que tener cuidado. Lo de "oriental" es una etiqueta que hoy en día se pone cualquiera que coloca un buda en la recepción, cuela alguna caña de bambú entre la decoración o contrata a una masajista de rasgos orientales que, siempre que no hable- pueda colar como asiática.

Sus masajistas son autóctonas -algunas importadas desde los hoteles más lujosos de Tailandia-, el mínimo elemento de la decoración es de procedencia oriental, y lo más importante, al frente del negocio hay una persona tan enamorada y compenetrada con esa cultura que a puntito estuvo de no volver. Y eso se nota desde que se cruza el umbral.

Su carta de tratamientos es toda una declaración de intenciones. Sus masajes responden a nombres como "Ritual Tibetano CHI", "Detox de Pimienta de Sarawak" o "Oriental Herbal Ball".
Me costó decidirme, pero después de mucho preguntar, opté por el "Masaje Tradicional Balines".
¡En buena hora! una combinación de suaves y delicados estiramientos y técnicas de acupresión que consiguen activar la carga de energía interna del cuerpo. A partir de ese momento, añadí una nueva categoría a mi puntuación de masajes.

Nivel 1. Pasable. Te masajean y punto... de vez en cuando te llegan efluvios de algún aceite esencial de lavanda o bergamota. Terminan cuando ya se te empieza a hacer largo y a los diez minutos, se te ha olvidado de dónde vienes.

Nivel 2. Correcto. Además de todo lo anterior, te miman... se preocupan de que no pases frío, la camilla tiene un agujero para apoyar la frente... Además, la masajista no te cuenta su vida mientras tanto. Sales como nueva.

Nivel 3. Perfecto. Sumamos un ambiente extremadamente cuidado, velitas, atrezzos varios como toallas calientes o piedras y unas manos de esas que pueden resucitar a un muerto... sales levitando y sus efectos se notan en la piel, la musculatura y el alma durante días.

Nivel 4. De gemir. Imposible no hacerlo, por mucho que quieras contener los instintos. Cuando termina haces pucheros y agarras del brazo a la masajista para que no se vaya. Sólo me ha pasado una vez, pero espero que se repita más a menudo.

En Oriental Spa saben lo que hacen. Y si no abren "consulado" en Madrid... habrá que volver.

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